Ellas y la ciudad
Ayer visité Madrid. Siempre me sorprende con sus calles mágicas, su luz llena de historia, de personas tan distintas pero tan iguales. Personas que se miran, se abrazan, rien. Personas que se aman, sin importar dónde.
Eley Grey • 01/02/2015
Las veo cogidas de la mano, riéndose entre la gente. La calle repleta y sólo las veo a ellas. Sus voces se confunden con los coches, con las cafeteras de los bares que abren sus puertas de forma intermitente cuando alguien, sin darse cuenta, pasa por delante. Ellas no piensan en mí, no piensan en nadie.
Ellas se piensan la una a la otra; sólo se miran, se comen, se beben. No me necesitan, no nos necesitan. La ciudad es sólo la excusa, el suelo que tienen que pisar sus pies. No la necesitan, aunque sus piernas sigan caminando. No sus almas, sus besos, su alegría, que vuela, trasciende de la realidad, la realidad del resto. La ciudad es ahora su testigo, su confesor, no las juzga. Ni los edificios, los árboles, los parques, las calles. Por eso la usan, la viven, la disfrutan.
Y yo las veo cogidas de la mano, riéndose entre la gente. Y deseo que todos los testigos de esta imagen, que dura un instante, un segundo, que ya es pasado, aprendan de las calles, de los parques, de los árboles y de los edificios.
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